La chía (Salvia hispánica L.) es una semilla originaria de la zona sur de México y Guatemala, que se ha expandido a otros países de Latinoamérica.
Puede consumirse la semilla entera, el aceite extraído o las diferentes harinas que se obtienen a partir de ella (integral, fracción de fibra dietética o fracción proteínas), pudiendo realizar diversas preparaciones a partir de ella como galletas, pan, jugo, o agregar en ensaladas, batidos.
Beneficios:
Alto contenido de ALA (ácido alfa linolénico) el cual puede actuar principalmente regulando el metabolismo lipídico incidiendo también en el control glicémico en conjunto con la fibra dietética insoluble.
Se ha observado que puede realizar un proceso de redistribución lipídica, disminuyendo los niveles plasmáticos de triglicéridos, colesterol total, colesterol LDL y VLDL y aumentando los niveles de colesterol HDL, lo cual tiene efectos cardioprotectores y hepatoprotectores
Su contenido de fibra soluble e insoluble ayuda a aumentar el volumen de las deposiciones y disminuir la velocidad de digestión, ejerciendo un efecto a nivel de movimientos peristálticos y de liberación de glucosa.
Sus componentes antioxidantes como quercetina y genisteína cumplen un rol fundamental en la disminución del estrés oxidativo, además de reducir procesos inflamatorios, donde específicamente las isoflavonas presentes en la chía tienen un efecto anti carcinogénico.
Estudios han demostrado que el consumo de chía disminuye los niveles de glucosa postprandial con incidencia en la dosis-respuesta, además de una disminución en los índices de apetito, asociando estos efectos específicamente a la fibra dietética
Las cantidades necesarias para lograr un efecto en toda la población aún se deben dilucidar, ya que los estudios en humanos varían el consumo entre 4 a 40 g/día y existen diferencias en los modelos de los estudios revisados. Por lo que las recomendaciones generales podrían ser 2 cdas diarias, especialmente en vegetarianos/veganos por no consumo de pescados.