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¿Eres un comedor emocional?

Actualizado: 13 abr 2020


Nutricionista Karina Herrera - ¿Eres un comedor emocional?

La emoción según la RAE se define como "alteración del ánimo intensa y pasajera que va acompañada de cierta conmoción somática" la cual puede ser positiva como el amor y la alegría y negativa como el miedo y la ansiedad, cuando estás ultimas son intensas o se prolongan en el tiempo pueden llegar a a ser perjudiciales para nuestra salud, causado por no tener la capacidad de afrontarlas o no buscar estrategias para solucionarlas, y dentro de los aspectos que se ven afectos, se encuentran los hábitos alimentarios.


De aquí nace el concepto "comedor emocional" entendiéndose como aquel individuo que no es capaz de llevar a cabo estrategias de afrontamiento adecuadas ante las distintas emociones, lo cual repercute en su alimentación. Como consecuencia, estas personas comen en exceso en respuesta a emociones y no necesariamente para saciarse, prefiriendo alimentos de alta densidad energética.


Es importante hacer un alto y definir los 2 tipos de hambre existentes:

1. Hambre fisiológica: se sitúa en el estómago, y aparece de forma gradual después de varias horas sin comer. Tras la ingesta desaparece y el individuo tiene sensación de plenitud y satisfacción. No genera sentimientos negativos


2. Hambre emocional: se sitúa a nivel cerebral, y surge en cualquier momento de forma repentina. Existe preferencia por determinados tipos de comida (especialmente alimentos altos en azúcares y grasas como pasteles o chocolate). La sensación de hambre persiste a pesar de ingerir alimentos, tras lo cual aparecen sentimientos de culpa y vergüenza por comer excesivamente.


Algunos factores de riesgo a considerar:

  • De acuerdo a múltiples estudios realizados, la mayor prevalencia se presenta en mujeres

  • Malnutrición por exceso: sobrepeso y obesidad

  • Baja autoestima (alteración de la imagen corporal)

  • Depresión

  • Dietas restrictivas constantes

  • Estrés conllevando estados de ansiedad

  • Dormir menos de 6 horas diarias o de mala calidad.


El comedor emocional puede haberse originado por un mal aprendizaje desde niño, donde frente a situaciones o emociones en su infancia las enfrentó mediante la ingesta de alimentos altamente calóricos para lograr un bienestar emocional. O también puede ser consecuencia de la forma de consolar de sus padres, con alimentos de alto contenido en grasas y/o azúcares, como las golosinas, lo que repercute en la edad adulta.


En el caso de las mujeres, ocurre algo muy particular durante el ciclo menstrual por la acción de las hormonas ováricas. El estradiol inhibe la ingesta de alimentos y la progesterona, bloquea el efecto del estradiol, provocando una mayor ingesta. En la fase lútea media se produce un aumento de ambas hormonas, siendo mayor el nivel de progesterona, y, por tanto, es aquí donde encontramos mayor incidencia de alimentación emocional. En cambio, en la fase ovulatoria, cuando se produce un aumento únicamente de estrógenos, es donde la incidencia de alimentación emocional es disminuye, ya que no hay suficiente progesterona.


Existen otras hormonas involucradas en el comedor emocional como la ghrelina (hormona que interviene en la regulación del apetito) en situaciones de estrés aumenta llevando a un aumento de la ingesta de alimentos. El aumento de cortisol u hormona del estrés se ha visto que en el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (activado por el cortisol) tiene una baja reactividad y por ende no inhibe ni disminuye la ingesta alimentaria.

Por otro lado encontramos que existe una menor sensibilidad al péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1) hormona pospandrial relacionada con la saciedad.

Las alteraciones en el sueño pueden afectar la hormona que interviene en los ciclos de sueño y regula otras hormonas, llamada melatonina pudiendo afectar otras hormonas que regulan e intervienen en nuestro metabolismo.


¿Cómo abordarlo ?


El abordaje debe ser multidisciplinario incluyendo tanto intervenciones psicológicas como nutricionales con el fin de establecer patrones alimentarios saludables, al igual que un óptimo peso y bienestar emocional. No existen fármacos para el tratamiento específico del comedor emocional por lo que su tratamiento está en enfocado en algunas de las siguientes estrategias:


1. Actividad física: los beneficios de la realización de actividad física están descritos en múltiples estudios, donde no sólo trae consigo cambios a nivel corporal, sino que también a nivel emocional


2. Mindfulness: terapia dirigida a reducir la angustia y mejorar el bienestar a través de la práctica de la atención plena y ser capaz de poder distinguir el hambre física de la emocional.


3. Alimentación intuitiva: referido a "la sintonía de la mente, el cuerpo y la comida que integra el proceso dinámico" permitirá al paciente tomar conciencia de las señales fisiológicas de hambre y saciedad distinguiéndolas del hambre emocional. Para esto debe ser entrenado.



Este concepto puede resultar un tanto desconocido, sin embargo es muy común, donde existen patrones claves para su detección. Utilicemos este tiempo para trabajar nuestra relación con la comida, y seamos conscientes que nuestro comportamiento frente a diferentes emociones no son normales.


La invitación es a que excavemos en recuerdos de nuestra infancia y analicemos el por qué y cómo lo trabajaremos, y así no repetir esta conducta en nuestros hijos.



Nutricionista Karina Herrera - ¿Eres un comedor emocional?



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